miércoles, 29 de junio de 2011

Antonio López


La Fundación Thyssen inaugura una exposición sobre Antonio López. En cierta forma Antonio López marca desde lo alto la trayectoria artística de una generación y en mi caso efectivamente es así. 




Hace ya bastantes años Eduardo Peña nos recomendó la visión del Sol del Membrillo para que comprendiéramos de qué iba esto de la pintura. Y así lo hice. En la videoteca del Reina Sofía, solicité el video para verlo en los monitores.  Ese video y todos en los que aparecía el maestro. Poco después había comprendido que la pintura no es únicamente pintar. Y en las siguientes semanas tuve la suerte de ser admitido en los cursos/talleres de la Real Academia de San Fernando. El primero de ellos, de una semana de duración, lo impartían conjuntamente Julio López y Antonio Lopez y trataba de poner en valor el dibujo de piezas de escayola para el aprendizaje. En algún otro sitio he hablado de la escayola como herramienta de aprendizaje

Una de los aspectos más curiosos del curso era hasta qué punto dos artistas pueden tener una idea divergente de la representación. Para Julio López la imágen era la visión de un volúmen, el dibujo comenzaba con la representación imaginaria de los apoyos, de las cargas... para Antonio López la imágen era la traducción en el cuadro de una visión en dos dimensiones, el establecimiento de relaciones entre las formas, la traducción de los elementos de luz y sombra. 

Algún día comentaré con detalle como se complementan y se enfrentan en la práctica estas dos concepciones del dibujo. Y también dedicaremos un tiempo a hablar de Julio López, persona sensible y humilde, amable hasta disimular su conocimiento para hacer sentir cómodo al interlocutor, inteligente en la reutilización de los motivos cotidianos para hacerlos trascencer la realidad, utilizador del azar como un elemento más de la creación, constante en el trabajo para superar las dificultades que siempre aparecen en la ejecución... pero hoy vamos a hablar de Antonio Lopez y voy a transcribir algunos de los conceptos que en aquel curso comprendí con el ejemplo. Por supuesto no son citas literales y probablemente muchas no son del todo correctas sino que reflejan únicamente cómo las entendí. 

El cuadro comienza antes de pintarlo. Mucho antes de coger el pincel la idea del cuadro guia la ejecución. Las decisiones de escala, tamaño del cuadro, posición,  esquema de luz... son previas, no se trata sólo de ser mimético de la realidad sino de comprenderla para poder transcribirla. En esa transcripción es necesario situarse cerca del objeto, dejar un tiempo, observar sus matices. La realidad no se nos desvela de forma inmediata. 

Ser consciente de las propias limitaciones. Cada pintor o dibujante tiene sus límites. Aunque seamos capaces de comprender la realidad si no somos capaces de ejecutarla el resultado no será el deseado. Si nos supera un motivo no podemos abordarlo porque dedicaremos un ímprobo esfuerzo a un resultado sin valor, sólo seremos capaces de demostrar nuestra propia insuficiencia. 

¿Qué es grande? ¿Que es pequeño? ¿Es pequeña la tierra?. La escala no implica necesariamente grandiosidad. Una mesa de seis metros conteniendo hortalizas es distinto a una huerta o un supermercado, es un mundo. Algunos decían que podía haber llevado el modelo (las calabazas en la mesa presentes en la exposición) a ARCO como una instalación.

El lenguaje condiciona el resultado. Cuando acabé la academia me sentía seguro y decidí abordar el tratamiento de cuatro mujeres utilizando el lenguaje de la antigûedad grecolatina aplicado a nuestro mundo. El resultado es ese cierto aire extraterrestre que aparece en el dibujo, que por cierto también se muestra en la exposición. Poco despues (referido a un dibujo de su taller) ya tenía el lenguaje. Lo mismo lo podría firmar ahora. 

No busqueis que quede bonito. No busqueis el efecto. Esta forma de dibujar ya era antigua en mi época, cuánto más ahora. Eso es lo que se dice por ahí, gesto suelto, tiene fuerza... tópicos. Es antigua, quizá sirviera para el que la inventó pero ya no... 

Tened fe. A mitad de cuadro aparecen dudas sobre si estamos haciendo lo correcto, sobre su resultado. Tened fe en el resultado como guía en la ejecución. 

Creo que ya es suficiente para hacerse con la idea de que Antonio Lopez no es un profesor complaciente pero sí un maestro cargado de conocimiento. Otras muchas ideas (no tomeis apuntes, el lienzo es el propio apunte; ¿Quien mejor que un pintor para comprender la obra de otro pintor?; el proceso de sacar negros es como el revelado de una fotografía, el color es distinto, si consigues el matiz a la primera estupendo; yo amo mucho la forma pura tal y como se manifiesta en el dibujo; buscad en el pasado inmediato los aspectos formales con que describir el tiempo presente..) se quedan en el tintero. Pero una vez glosada su dimensión de profesor, me gustaría hablar de su dimensión como artista. 

Tal y como lo veo el artista moderno necesita originalidad (su forma de representación debe ser reconocible),  solvencia (su habilidad técnica debe ser suficiente) y capacidad de comunicación con la sociedad (para hacer llegar su visión al destinatario). Pienso que en los tres aspectos Antonio López es un genio. Podríamos hablar de los tres pero vamos a centrarnos en la solvencia, o sea la habilidad técnica. 

Como ejemplo un paisaje urbano. Cuando nos aproximamos a un paisaje urbano, como con cualquier otra realidad, a un nivel suficiente de detalle, la realidad nos supera. No podemos pintar los ladrillos o los filamentos de las bombillas... todo pintor simplifica y representa, pero el nivel al que llega varía. Con frecuencia se utilizan formas rutinarias para aproximarse al paisaje. Antonio nunca lo hace. Cuando pinta un membrillo o la hoja de un árbol, no pinta un membrillo o una hoja, retrata ese membrillo con el mismo interés con que se realiza el retrato de una persona. Y lo mismo con los edificios. Esto es un ejemplo de dos detalles del cuadro Madrid desde el Cerro del tio Pio




Vemos que en ambos casos la fórmula seguida es completamente diferente se ha representado un increíble nivel de detalle con la belleza de una abstracción. Sorprendentemente el resultado global es consistente, nada produce disonancias porque su rigor hace que la armonía del conjunto se mantenga. Es una suma de individualidades donde cada parte dá lo mejor de sí misma. Lo mismo podríamos decir de la mayor parte de sus cuadros, cada fragmento tiene vida propia y es un maravilloso trozo de vida diferente a los otros e integrado en una finalidad común. 

Muchas otras cosas podríamos decir de la exposición. Su logro al expandir lo pintoresco abarcando objetos cotidianos de nuestros días, su método de medida desconfiando de nuestros sentidos, su creación de un maravilloso estilo dibujístico de linea "caligráfica" calibrada, su carácter artístico en la creación de su propio personaje. Algunos aspectos más se glosan en un estupendo video que acompaña la exposición en que Erice, Julio López o Nieva entre otros destacan aspectos de su obra. 

Me gustaría finalizar con mi teoría del genio. Un genio es distinto de un maestro. Su disciplina está tan integrada en su cerebro que es un rasgo de sí mismo. Pienso que los genios se hacen en la infancia, con mucha frecuencia por la influencia de alguien que domina la disciplina. Es como aprender un idioma, no puedes aprender un idioma de forma perfecta sino en la infancia. Antonio Lopez era un niño prodigio que despertaba la admiración de otros estudiantes cuando vino a la pensión de Madrid para aprender a pintar. La representación plástica no es un elemento más de su vida. Es su propia vida. Maneja con soltura conceptos que son de verbalización imposible porque la representación plástica es su lengua materna. 

No es que hayamos hablado mucho de la exposición pero seguro que la disfrutan igual.

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