domingo, 8 de abril de 2012

Marc Chagall


Nunca me había gustado Chagall. Desarrolla temas que me recuerdan el Macondo de García Marquez con sus parejas volando, vacas tocando el violín o personajes con varias cabezas. Su ejecución aparentemente desaliñada con desprecio a las más elementales convenciones formales (cabezas rotadas, miembros como tubos de plomo...) siempre me resultaron fuera de lugar. 

Y en fin, sin mucha convicción acudí a la casa de las alhajas y luego a la fundación Thyssen. Como suele suceder la contemplación directa de la obra a la escala en que aparece es ciertamente atractiva. Este es el video de la exposición



Cuando se leen las peripecias de la Chagall en sus 97 años de vida  y sus andanzas en la ciudad-gueto de Vitebsk, su viaje al Paris de las vanguardias, su éxito artístico en la Alemania anterior a la primera guerra mundial, su participación en la revolución rusa y su alejamiento posterior, su retorno a Francia tras la guerra y sus viajes a Israel y tantos otros sitios hasta alcanzar el status de artista consagrado es evidente que se trata de una persona que ha vivido en escenarios clave del siglo XX y durante todo este tiempo ha mantenido una visión del mundo original y próxima, una visión casi legendaria de nuestro tiempo y para trasmitirla se ha valido de un lenguaje propio. Puede leerse una muy interesante biografía en la versión inglesa de wikipedia. O sea que su obra debe tener interés.

La exposición está dividida en dos partes separadas por el año 1947. Este es el micrositio de ambas exposiciones que incluye una muy interesante visita virtual.

Algunos temas casi de forma obligada a partir de la exposición, entre ellos la importancia del judaismo en su obra, la importancia del tema en la plástica del siglo XX y el manejo del color.

Allá por el siglo XVIII el rabino Israel ben Eliezer desarrolló una corriente del judaismo alejada del pesimismo, interpretando el mundo con una visión alegre y esperanzada que iluminaba los aspectos más sencillos de la vida, la vida de los humildes, los animales, la música, la vida entera estaba impreganada de alegría y color. Esta corriente llamada jasidismo tuvo un importante desarrollo en Europa del Este, impregnando la obra de Chagall. Chagall conoció el gueto, el exilio, el nazismo, el antisemitismo, pero a pesar de ello su obra está impregnada de vida y alegría. Incluso cuando los pobladores huyen de un pueblo en llamas atisbamos en su obra un rayo de esperanza. Ahora su obra puede verse como un documento privilegiado de esta forma de vida.

La narración ocupa también un lugar destacado en muchas de sus obras. Chagall ilustra fábulas y la propia Biblia pero además toda una simbología propia (rabinos, animales con instrumentos musicales...) se cuela en sus cuadros y aparece de forma recurrente. La vanguardias en el Paris de comienzos de siglo no creían que una obra plástica debiera contar una historia. Pero para Chagall el arte era el lugar en que la libertad  podía expresarse sin límites. Utilizando el lenguaje formal de las vanguardias (ausencia de espacio común con puntos de vista diferentes, utilización de contornos, degradados de color no homogéneos, inconsistencias de sombras, visión plana de la realidad, utilización subjetiva del color...) reelaboró las tradiciones de su niñez. 

Con una libertad extraordinaria reinterpreta la Biblia, trata a Jesucristo como a un judio más o describe la Vitebsk de su memoria infantil. En su desarrollo formal estudió las formas de representación clásica y prescindió de la perspectiva, del claroscuro, de la representación grecolatina de la figura human, del punto de vista único, de la corrección formal  y se quedó únicamente como el jasidismo con la vida y la emoción. Finalmente tradujo la emoción a color. Vida y color. Con esta receta abordó sus recuerdos como cuando Spencer reelaboraba Cookham. Elevó el gueto y su vida a la categoría de ciudad soñada y nos trasladó su visión del mundo. En este sentido se suele decir que fue un pintor poético, más bien se trata de un pintor lírico subordinando a la emoción cualquier otro aspecto de la plástica.

Y por último utilizó en color de forma genuina y brillante. El color en la exposición de la casa de las alhajas, el Chagall de la segunda parte de su vida es maravilloso. Como en las salas de la Galeria Schukin se nos presenta como una explosión. Con gran inteligencia combina grandes masas de colores próximos con notas de otros colores como notas agudas de una composición musical. Pero hay más, desde sus comienzos, los planos de color están formados por una textura de colores próximos afin al vibrado de una nota nota musical o a la interpretación en que la variación leve de las posiciónes de las notas dota de una emoción especial. Esta utilización del color le da una factura original y brillante.

Asi que si, como es mi caso, el universo de Chagall le resulta algo extraño y exótico, probablemente captará que no se trata de una representación kitsch o naif y desde luego no se trata de una visión pobre o mal elaborada sino más bien de la tozudez de una persona empeñada en hacernos ver el mundo a través de sus ojos y de su propia historia y tradición.

Seguro que, como a mí, les gusta más Chagall cuando salgan de la exposición. Esta es la reacción del público.

Si quieren ampliar su información sobre Chagall, en la fundación Juan March se realizó un estupendo ciclo de conferencias sobre él con el nombre Tradiciones judías que pueden encontrarse en este enlace buscando  Chagall en el buscador que aparece.  

No hay comentarios: