jueves, 3 de marzo de 2011

Gérôme


Asisto a la exposición de Gérôme en la Fundación Thyssen. Siempre le he tenido simpatía a Gérôme como a Alma Tadema y a otros extraordinarios pintores del XIX. Quizá le tenga un poco más de simpatía a Gérôme por su relación con Bargue. Gérôme colaboró con Bargue en una serie de reproducciones maravillosas de escayolas pensadas como herramienta de aprendizaje. El resultado no pudo ser más afortunado. Son algunos de los dibujos más maravillosos que yo he visto. De hecho fueron copiados por muchos autores e.g. Van Gogh o Picasso. Hace poco se reeditaron y pude encargar mi ejemplar en Amazon. 

Pero no hablamos de Bargue sino de Gérôme. La exposición demuestra hasta que punto Gérôme dominaba la técnica. En la fundación puede verse una visita virtual

Solo dos ejemplos.

Imagen del museo de Bellas Artes de Nantes

“Pifferaro” es un cuadro pequeñito de 18 x 12.7 cm. Representa un gaitero de frente posando con las piernas abiertas. Cuando se ve reproducido lo imaginamos como de un tamaño cinco o diez veces superior. El nivel de detalle es deslumbrante. Los pliegues de la capa, los botones de la camisa. La cabeza  no debe medir más allá de 3 cm pero está maravillosamente resuelta por todo un juego de sombras que definen la forma compleja de la cara. Todo al servicio de una expresión atenta al artista, coincidente con la pose global del modelo. 


Otro ejemplo del “más difícil todavía” en la pelea de gallos: una pareja de jóvenes adolescentes contempla una pelea de gallos (la imagen en "ciudad de la pintura" puede verse aquí). Cada aspecto del cuadro ha sido milimétricamente calculado. En un dibujo que se incluye en la exposición se ve el detalle con que se analiza la postura del adolescente y la gracia con que se resuelve. El virtuosismo se ve en cada detalle: la figura femenina  tiene tres capas de tejidos distintos una túnica amarilla, un lienzo blanco y una tela transparente todos ellos abrazados por una cinta, los gallos en la pelea de colores oscuros y saturados parecen detenidos en una instantánea fotográfica con toda la riqueza de matices en las plumas acompañando la acción. La exquisita vegetación a ambos lados está lejos de cualquier tratamiento repetitivo o rutinario. En fin cada parte del cuadro es un cuadro en sí mismo. Pero el conjunto el paisaje mediterráneo idílico e intemporal en que todo sucede con la armonía de lo no cotidiano se ve interrumpido por un brusco remolino de picos, plumas y violencia hasta que en poco tiempo todo vuelva a la calma primitiva. 
Muchas más maravillas tiene la exposición: detalles del taller, piezas escultóricas, obras que recuerdan el periodismo actual, recreaciones históricas... En fin deslumbrante.

1 comentario:

Jesus Olivan dijo...

Un exhaustivo comentario sobre Gerome puede seguirse aquí http://practicarte.wordpress.com/2011/05/11/jean-leon-gerome-1824-%E2%80%93-1904-2/